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seniors por el mundo india nepal
Foto del escritorIsabel Armando

Baila conmigo ......en Halifax

Actualizado: 10 may 2022

Estábamos inmersos en ese viaje fulminante, al que mi error de cálculo en contratar el recorrido por el este de Canadá, nos había llevado a ser las dos moscas blancas en un tour de compañerso orientales.


Lo llevábamos bastante bien, con mucho humor y decididos a disfrutar de un país que siempre nos sorprende , nos encanta y nos maravilla.

Descubrir Canadá fue la meta durante dos años sucesivos....¡pero necesitaríamos por lo menos diez!


El primer recorrido arrancaba en Toronto y subía hasta Halifax, capital de Nova Scotia y recorría también la isla del Príncipe Eduardo .

Halifax ,es el punto más importante por su ubicación estratégica en el Océano Atlántico, es uno de los puertos naturales más grande del mundo.

La primera colonización fue francesa. Acadia, llamaron a la colonia .Pero después vinieron los ingleses, obviamente, con Edward Cornwallis en 1749 y se armó una refriega entre los acadianos y los ingleses, que para protegerse construyeron ciudadelas fortificadas por toda la región.

Allí en Halifax es igual que en en la ciudad de Quebec, pero más chica.

Y bajo esta fortificación se construyó Halifax.

En definitiva , los ingleses se quedaron y la región fue Nova Scotia, y no es difícil ver por ahí escoceses con los kilts y gaiteros.

Y la ciudad fue llamada Halifax en honor de Lord Halifax.


Mientras nosotros dos disfrutábamos de las vistas , el colectivo oriental hablaba del almuerzo.


Esto nos esperaba.....lobster , langosta.



Pero no sólo de lobster vive el hombre, así que apuramos la cosa y nos fuimos a deambular por ahí


Entonces descubrimos la verdadera Halifax.


El paseo marítimo es una belleza, con sus historias de piratas , sus puestos de recuerdos y de Poutines , esas papas fritas con queso en un cartucho de cartón, y los veleros y embarcaciones.



Y de pronto...uno encuentra el corazón de Halifax.




En el paseo marítimo te recibe este simpático personaje que da cuenta de un pasado de piratas, tesoros escondidos y naufragios.

Historias espeluznantes y riquezas inimaginables que están descansando en el fondo del mar, a la espera de su descubrimiento.


Y más adelante........el Museo Marítimo del Atlántico.

Es donde uno descubre la verdadera importancia de de la ubicación de Halifax.


El 15 de abril de 1912, tres barcos del puerto de Halifax acuden a un llamado de socorro del Titanic, el barco que nunca se hundiría, el insumergible.

A ellos, les tocó la difícil tarea de rescatar los restos humanos y materiales .

Les tocó lo peor, en realidad, hacerse cargo de lo irremediable de la muerte.



Dentro de esta vitrina, algunos elementos hallados en el naufragio.

Unos zapatitos delicadamente puestos, con cuidado, los zapatitos del niño desconocido.


Sólo esto te emociona . Sin embargo la verdadera historia te cuenta que le pertenecían al cuerpo de un niño, muy pequeño , que rescataron del agua.

El niño, como tantos otros fue enterrado en el Cementerio de Fairview Lawn , en Halifax, en donde descansan los 150 rescatados esa aciaga noche.

Me emocionó también , el respeto con el que tratan el tema, el lugar de reposo y las investigaciones pertinentes a la identificación de los restos.

Respeto y cuidado.


Esta es la tumba del niño desconocido.


Pero la historia es más larga, porque se trata de personas y una de ellas, la de un sargento de la policía de Halifax que, encargado de los restos materiales del naufragio, y con el deber de quemar las ropas para que los cazadores de recuerdos no se los llevaran, guarda estos pequeños zapatos que le producían tanta congoja.

Al no ser reclamado el cuerpo, sigue guardándolos hasta su jubilación.

En el 2007 pudieron, gracias a las pruebas de ADN ,y de los zapatitos guardados, darle una identidad al pequeño Sidney Goodwin, inglés, de apenas dos años, cuyo cuerpo no fue reclamado por la sencilla razón de que toda su familia murió esa noche .



Como ésta , mil historias más.

Era el mes de octubre del año 2017, y en unos meses más, ellos recordarían el centenario de otro evento.


La explosión de Halifax.


En plena Primera Guerra Mundial, Halifax era ruta obligada no sólo para el comercio entre Europa y América, sino de abastecimiento de los buques de guerra.



La entrada a Halifax se hacía por un estrecho canal , hasta el puerto, donde las vías ferroviarias eran como las arterias de un cuerpo. A través de ellas se transportaban los insumos de guerra, pero también los alimentos y mercancías que iban y venían del continente europeo.


Existía una actividad permanente y sumamente intensa desplegada en la zona del puerto y sus alrededores. Mucha gente de otros países y continentes habían llegado en busca de condiciones mejores de vida y trabajo, gracias al excelente desarrollo del lugar.


Viviendas, escuelas, comercios, oficinas.

La mañana del 6 de diciembre, el vapor Mont Blanc, cargado de material de guerra altamente explosivo entra en el estrecho.

El barco noruego Imo, que se dirigía a Nueva York a cargar alimentos y ropa para socorrer a los afectados por la guerra en Bélgica, sale de un fondeadero hacia el estrecho y choca con el Mont Blanc.


La carga principal de Mont-Blanc eran explosivos de gran potencia a granel.

Cuando los barriles de petroquímicos que estallaban en cubierta provocaron la explosión, los explosivos que se encontraban debajo experimentaron una reacción química repentina y violenta.

La enorme energía liberada atravesó la nave a 1500 metros por segundo. En un instante, el Mont-Blanc se transformó de un barco a una bomba de tres kilotones .

La onda expansiva empujó agua , escombros, trozos de hierro, trozos del barco hasta una distancia de 8 km.

Un nube de gas caliente y productos químicos de la explosión caía sobre la gente.


La historia se nutre también de pequeñas luchas, valentías y corajes.

La de Vincent Coleman , por ejemplo, que era controlador de tráfico ferroviario. Tenía una pequeña oficina de madera en el puerto, desde donde telegrafiaba y ordenaba la llegada y partida de trenes.

Cuando Vincent vislumbra a la distancia la explosión, en cuestión de segundos le da salida al personal, pero se queda telegrafiando al tren que debería entrar a puerto en los siguientes minutos.

Los últimos segundos de su vida.....salvó muchas otras .El telégrafo señalaba la catástrofe con estas palabras..."Detén el tren. Barco de municiones en llamas se dirige al muelle 6....Adiós, muchachos". Sabía que no podía escapar .







Una muestra de arte sobre la explosión.

El Museo tiene también una colección de cartas de la familia de la viuda de Vincent, muy lindas, en donde remarcan la valentía y la generosidad de su esposo y le ofrecen cariño y consuelo.


Fue como poner el ojo en una mirilla, espiar , y sentirte como una mínima partecita de aquella historia.


Salimos del Museo al sol del Paseo ....caminando en silencio y madurando lo que habíamos visto .

Yo pensaba que habíamos entrado en el corazón mismo de Halifax, habíamos visto sus cualidades más profundas y me sentía agradecida.


Pero...ese estado de paz no duró.

Me perseguía el karma del turista.

El siguiente punto a visitar era el Faro de Peggys Cove.



Esta hermosa foto que saqué de internet, me motivaba.


Mi siempre dispuesta fantasía fotográfica jugaba con la imagen del faro desde el comienzo del recorrido.

Según lo estipulado, eran las cuatro de la tarde de un día soleado cuando subimos al bus nuevamente, llegaríamos en media hora o poco más al faro distante sólo 40 km de Halifax.


En lugar de tomar la ruta para el faro, el buen guía oriental nos informa que íbamos a cenar!!!!!!!!!!!!!!!!! (otra vez comer?) y para este loable objetivo tuvo que andar 100 km (en dirección contraria) para buscar un autoservicio chino previamente contratado, en donde calmar a las fieras.

Cenar a las 5 dela tarde!!!!!

A quién de le ocurre! ...

A ellos evidentemente.


Mis instintos asesinos crecían igual que si dentro mío se estuviera gestando la explosión del barco.

Veía que los kilómetros pasaban y nos alejábamos cada vez más del faro.

Sin embargo, como de niña me enseñaron el valor de aceptar las consecuencias de los propios actos, no quise cargar las tintas y el Partner, con su generosidad de siempre, tampoco lo remarcó,

Aunque, como nos conocemos mucho, creo que sabía de mi furia interna y ese estado de combustión espontánea lo conmovía un poco.

Resultado , llegamos a Peggys Cove a las siete de la tarde.

El tiempo había cambiado, llovía, y había niebla.

Más furia,.

Me bajé del bus dispuesta a hacer lo que pudiera.



Claramente, la imagen no sería la misma...aunque la luz le daba un aspecto fantasmal.

Pero de atardecer en el faro......niente.

El pueblo de Peggys Cove , fue una concesión de ayuda del gobierno en1811 a seis familias de ascendencia alemana.

Le cedieron 300 hectáreas para que se establecieran y lo hicieron en una cala rocosa , dando lugar a un pueblito de pescadores.

El primer faro era de madera, construido en 1868, y el actual es de 15 mts, de cemento, con forma octogonal, construido en 1914.

A esta altura es automático, no hay necesidad de farero.

En verano, la parte inferior funciona como casilla de correos y se pueden enviar postales con estampillas y sellos del faro.




Sigue siendo un pequeño pueblo de pescadores.



Apenas había luz suficiente.

La niebla seguía creciendo, muy pronto ya no veíamos mucho alrededor nuestro.

El guía oriental nos subió al bus .

Mi furia iba y venía...

El conductor cierra las puertas, muy bien, todos en silencio y felices (menos yo )y el bus....no arranca.

Un intento, otro... y otro más.

Nada.

Espera unos minutos, un intento, otro y ....nada.

Estábamos anclados de por vida en el faro de Peggys Cove , a la manera de fantasmas errantes, en medio de una niebla espeluznante y con la noche más oscura del siglo.

A veces me pregunto si fue mi furia en un acto de venganza extrema... aunque nunca me fue bien con la telekinesis.

El colectivo oriental empezó a inquietarse......y a hablar en voz alta , y ahí me dí cuenta de que...el diablo más sabe por viejo que por diablo....pillín, imagino que el guía sabía que un bus lleno de personas con hambre.... bajo circunstancias adversas produce una catástrofe peor.


Uno de los pasajeros, un dentista, con el cual habíamos trabado conversación ,bajó para ayudar al conductor, que trajinaba con el motor.

¿Qué sabrá un dentista de motores? pensé.

Pero allá fue, con su mejor buena voluntad.

Después de un rato sube al bus y nos mira...caput, no funciona. Muy gráfico.

Pasaban los minutos, las medias horas y seguíamos parados.

A veces bajábamos a estirar las piernas, y el guía gritaba ..¡no se alejen!!!


Por fin, a través de una radio , le confirmaron que otro bus venía en camino al rescate de los varados.

Ya eran las diez de la noche.


La oscuridad era cerrada, pero alguien prendió una radio o un celular con radio de Canadá y algo se escuchaba.


De pronto suena una música y se abre paso en mi pobre cerebro furioso..... ¡¡"Somewhere over the rainbow".!!! ..

y una sensación de irrealidad mágica me invadió igual que la niebla ,

rompió las barreras y se derramó como el gas de la explosión.


Le tiendo la mano al Partner y le digo...¿¿¿bailamos??????


Porque la vida es demasiado valiosa para arruinarla por un momento de frustración y porque hay que festejarla.

Porque hay amor.

Por unos y por los otros, por el valor, por tantas cosas.




En algún lugar por encima del arco iris,

en lo alto.

Y los sueños sobre los que soñaste

una vez en una canción de cuna.


En algún lugar por encima del arco iris,

vuelan los azulillos,

y los sueños sobre los que soñaste,

los sueños se hacen realidad.........





Así terminó la noche , bailando en medio de la niebla y la oscuridad más feroz.....en Peggys Cove.


La vida tiene muchas aristas, el tema es qué perspectiva uno elige para vivirla.





Canadá del Este 2017




















1 comentário


simonrubaja
simonrubaja
13 de abr. de 2021

Inolvidable experiencia turística especialmente por la especial compañia del contingente de chinos. Halifax excelentemente descripta históricamente por mi Partner ,al igual que el Faro de Peggys Cove con un final a puro baile.

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