Desde que Roald Amundsen, noruego, plantó su bandera en el polo sur, el 14 de diciembre de 1911, el continente blanco se convirtió en la aventura mas fantástica para las personas como yo, que pasaban las tardes leyendo .
En esa época en donde los recursos cinematográficos eran escasos, en el caso de la serie Viaje al fondo del mar, un minisubmarino de plástico que navegaba en una pecera turbia, y a un calamar de juguete pero que se movía ondulante y peligroso frente a la aterrorizada tripulación del Sea View, nuestra imaginación estimulada necesitaba también de los libros de expediciones con los que viajábamos a través de territorios plagados de peligros.
El continente blanco, lleno de misterio y de peligros, de hielos y nieves eternas me resultaba tan atrayente como en la actualidad.
Lo más cerca que estuve en realidad, fue la reserva de un crucero que tocaba Las Malvinas y la isla Elefante y navegaba un poco por ahí, y que quedó en reserva, nunca pudimos concretarla.
Había leído y llorado con la historia de la superación y sacrificios de Shackleton y sus hombres, esas gestas imponentes del Siglo XX, que ahora con la tecnología parecerían insignificantes pero fueron tan heroicas.
Shackleton no llegó primero al polo sur, no triunfó en el cruce del continente blanco, no amasó una fortuna con sus descubrimientos, pero nos dió un ejemplo de superación al traer de vuelta a su tripulación entera con vida después de dos años de penurias .
En recuerdos éramos ricos.
Habíamos penetrado el barniz de la superficie. Habíamos sufrido, padecido hambre y triunfado; nos habíamos humillado y, sin embargo, habíamos tocado la gloria, habíamos crecido con la grandeza del todo.
Habíamos visto a Dios en Su esplendor, oído el texto que interpreta la naturaleza. Habíamos alcanzado el alma desnuda del hombre.»
Reflexiones de Shackleton en la isla
Bueno, como sea, el continente blanco me resulta como el dulce de leche, una atracción difícil de resistir.
Había escuchado hace un tiempo que en mi edificio vivía un personaje que todos los años hacía la campaña antártica, y en algún viaje en ascensor algo le pregunté .
Pero , al igual que al hombre de las nieves o al Yeti, se lo ve poco.
Por lo tanto, el universo pródigo que me regaló el encuentro con el ingeniero Mario Bernaski, me lo puso ahí adelante , entre el palier y el ascensor, yo de ida, él de venida.
Y me dije...¡ahora o nunca!
Y ataqué a la yugular con esa impunidad que me viene de no se dónde, tan modosita que fui siempre.
El hombre de las nieves (no el abominable porque resultó encantador) me concedió una hora y media de su tiempo, muy contento.
Aquí van los resultados.
-¿Como empezaste esto de ir a la Antártida?-
-Bueno, tenia dieciocho años, quería empezar a trabajar y un amigo me ofreció trabajar en la fabrica de colchones de su tío.
Cuando mi padre se enteró él, Dr en Ciencias Naturales , Biólogo Marino e Ictiólogo ,con quince campañas antárticas desde 1960 hasta el 75, me agarró de la nariz y me llevó al Instituto Antártico.
Cuando era chico, me había enseñado a medir y clasificar los peces con los que investigaba, así que de alguna manera ya tenía eso como equipaje cuando entre.
Me pusieron a prueba cuatro meses trabajando con peces, y después me hicieron un contrato por un año y en verano me mandaron a la Antártida.
-Allí trabajaba con peces pero también anillando cormoranes de ojos azules..-ahí lo interrumpo-
-¿Qué quiere decir anillando?-
-Anillar es poner un anillo en la pata, para identificarlos y ver su evolución y poder sacar conclusiones
-Tenía que ir a los nidos, que si bien era peligroso, a mí con diecinueve años todo me parecía genial.-
- Trabajaba también con las posas marinas, los charquitos que quedan cuando baja la marea y ver que animalitos había, y tomar la temperatura del agua y registrar todo en anotaciones.-
-¡Hice todas las campañas desde 1976 hasta el 2023!- una locura, se ríe.
Hablar con Carlos Bellisio se hace fácil y entretenido,
-En el año 1984, estuve tres meses en el Rompehielos Irizar, haciendo la campaña a la barrera polar ,Base Belgrano, la base argentina más al sur que existe, trabajando con plancton.
-Muchas veces me preguntan, ¿Qué sentiste cuando fuiste la primera vez?
- Tenía diecinueve años, todo me parecía fabuloso, volar en un Hércules, navegar o andar sobre las motos de nieve...era toda una aventura.
Cuando vuelvo a ir a esa misma base en 2018, no lo podía creer, el lugar se llama Bahía Paraíso, y lo es, los glaciares, el agua...todas las mañanas me levantaba primero que nadie y en un sillón de madera miraba el paisaje...que era como un espejo porque no había viento, podía ver los pingüinos nadando bajo el agua, focas cangrejeras y en medio del silencio de pronto el ruido de una ballena emergiendo con sus treinta metros de largo.
-¿Qué te enseñó la Antártida más allá de lo científico?-le pregunté.
-Mira, me enseñó a colaborar, a compartir, a sociabilizar , a depender de otros y que otros dependieran de mi. Una vida en comunidad como ninguna otra.-
Me imagino yo que el entramado de los lazos sociales en esa soledad debe ser indestructible.
-¿Cómo es el trabajo en Antártida?-
-Todo depende del clima, el trabajo mío que es con peces, para poder salir al peñón de pesca en el bote hay requisitos climáticos que hay que respetar.
Tiramos tres redes de distintos tamaños para la profundidad que elijo ,entre treinta y noventa metros de profundidad, quince metros de largo y uno veinte de altura, plomos en la parte de abajo, y con la ecosonda medimos la profundidad.
Luego nos alejamos con el bote estirando las redes . Tienen una boya arriba y un peso muerto o plomo que hace el contrapeso.-
-Se controlan todos los días, pero si hay viento de veinte nudos o mas, esta prohibido salir en bote.
Se sale cuando hay una ventana, se llama así al espacio de tiempo en el que el clima mejor durante el día.
Y salimos con trajes anti exposición, que te protegen del viento y del agua aunque te caigas, porque muchas veces estas trabajando tranquilo, pero en un momento el clima cambia drásticamente y uno vuelve en los botes con olas de dos metros.
-Y a veces no se puede salir en dos o tres días, cuando levantamos las redes solo encontramos esqueletos, porque en el fondo hay unos bichitos muy chicos, que se llaman anfípodos, y unos comen plancton, pero otros comen carne y los devoraron.
-Hay un pregunta que me ronda desde hace tiempo..... ¿debido a las sucesivas glaciaciones y cambios climáticos que ha sufrido el planeta, podemos pensar que bajo la Antártida hay un montón de cosas que no conocemos?-
-Totalmente, pero habría que ir a mucha mas profundidad para encontrarlo....y nadie sabe que podemos encontrar.
- ¿Qué fue lo más extraño que te paso en la Antártida?-
-Bueno , siempre creí en los extraterrestres y pensé que podía ser un lugar importante de avistaje de algo.....pero nunca, nunca vi nada, esa es la verdad.
-Sin embargo, en el año 1979, con mi amigo Pepe, técnico como yo, íbamos en un barco oceanográfico norteamericano, salimos a cubierta fumar un cigarrillo.
En la superficie había planchas de hielo, finito, que se movían.
Había uno más grande, de seis metros de largo por dos de ancho aproximadamente, finito también, que apenas el barco lo tocaba giraba .
Sobre la superficie del hielo, donde había nevado, se veían claramente huellas de pisadas humanas , ¡¡de pies descalzos!!!.
Nunca pudimos explicarlo.
-Otra vez, salimos de Ushuaia en un barco que no estaba muy bien, estábamos trabajando con plancton y krill.
Volvíamos a Ushuaia para volver a salir y nos agarro un huracán en medio del pasaje Drake....estuvimos cuatro días en ese lugar en medio de ráfagas de ciento ochenta kms por hora de viento, con olas de dieciocho o veinte metros de altura.
El barco trepaba la hola...bajaba , le pasaba otra ola por arriba y volvía a trepar...porque si no lo hacia, la siguiente ola lo hundía.
Cuatro días tremendos, extremos, muchos la pasaron muy mal por los mareos, se enfermaron mal. Realmente espantoso.
Cuando llegamos a Ushuaia y bajamos del barco, y sin ponernos de acuerdo en lo absoluto ,de pronto nos encontramos en la capilla arrodillados y dando las gracias por haber vuelto.-
-¡Que situación! no quiero ni imaginarme.-
El tiempo pasaba y el charla fluía .
El hombre de las nieves eternas y la generosidad de sus relatos.
-Un día, tenia veintitrés o veinticuatro años y estaba en la Base Carlini, ahí hice unas veintitantas campañas.
Caminaba desde la base hasta la pingüinera, unos seis kilómetros de distancia, solo, por la orilla, con mi maquina de fotos a rollo. Iba sobre un colchón de algas que llegaba desde la costa.
De pronto desde las algas se me para enfrente a cinco metros un lobo marino de dos pelos.
Hermoso ejemplar, cargo la maquina y disparo la foto.
El lobo salta y cae a tres metros mío.
Vuelvo a cargar, disparo y el lobo salta otra vez a un metro de distancia.
La prudencia me pone a caminar para atrás, siempre mirando a través de la cámara.
El lobo salta y otra vez cae a un metro, sigo retrocediendo y ya lo miro en directo, sin la cámara mientras sigo caminando para atrás. Pega otro salto y cae al lado mío.
- ¿Y qué hiciste? -
-¡¡Salí corriendo!!!!- y estallamos en carcajadas.
La conversación duró mucho más, temas como el cambio climático, el cuidado de las especies y el medioambiente y el misterio de la profundidad del fondo del mar y lo desconocido.
Tantas preguntas me quedan dando vuelta y el hechizo del continente blanco que en algunos lugares, ya comienza a tener manchones marrones.
Un regalo de la naturaleza o más bien un préstamo..
El continente que vió Shackleton era sin duda mucho más blanco, impenetrable y extremo.
Hoy con tanto avance tecnológico su abordaje es más fácil, la investigación más precisa .pero solamente para aseverar que el camino del hombre sigue en vías de autodestrucción .
Los días de la conquista terminaron, deberíamos estar en la etapa de la preservación de l vida y el ambiente.
Por unos minutos al menos, me calzo el antifaz de niño, ese que me puse en la barrera de coral de Australia y elevo una oración ya medio desesperada....todavía estamos a tiempo, y veo través de los relatos, el juego de los pingüinos, oigo el canto de las ballenas, y me miro en el espejo de las aguas y del hielo.
Todavía estamos a tiempo.....¿estamos a tiempo?...
Millón de gracias Carlos por esta charla, por este rato en donde la imaginación se dispara y vive la aventura todavía no vivida (espero concretarla en algún momento), por ser parte de los que cuidan y guardan la naturaleza y no la depredan.
Y también por tus fotos , excelentes todas, ya que aun no tengo las mías 😄.
Buenos Aires , octubre 2024
Es maravilloso, impresionante , magico. Una vida tan alejada de la civilizacion que da tantas sorpresas y tanto placer, naturaleza en su maxima expresion . Ahi esta y estara por siempre .